12 de octubre de 2010

Dicen que las princesas no tienen equilibrio, son tan sensibles que notan la rotación de la tierra.

No todo es lo que vemos por los ojos; por algo tenemos otros cuatro sentidos más.

Hay que arrepentirse de lo que hacemos mal, y hay que arrepentirse de lo que no hacemos, antes de que se termine todo y no haya más tiempo.

No hacía tanto tiempo que la perspectiva de una noche solitaria la hubiera llevado a la desesperación.

Ahora, en paz consigo misma, se alegraba.

No se bastaba a sí misma, pero la vida, con sus pequeños servicios y sus ásperos encuentros ocasionales,

podría bastarle ahora.

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